La verdad es que resulta
verdaderamente increíble saber ( y lo que es más, poder comprobar) la cantidad
de información personal de nuestros smartphones (casi toda) a la que las aplicaciones acceden a diario sin
que parezca importarnos lo más mínimo.
Seguro que no dejaríamos que un desconocido leyera nuestros mensajes o
mirase los contactos que tenemos en nuestra agenda y, sin embargo, damos
nuestro permiso a que las apps lo hagan. Usando la fórmula de «Esta aplicación puede acceder a»
se aseguran el permiso de los clientes
de Android cada vez que descargamos una aplicación desde Google Play. Conste que la única forma
de descargar una «app» es aceptando estos permisos, sean cuales
sean, y la mayoría lo hacemos sin pararnos a leer.
Este sistema, aceptado por todos
como el único posible, cada vez está siendo más cuestionado por particulares y
grupos que ven en él un abuso. Un estudio de la Universidad de
Georgetown ha concluido que las descargas actuales no protegen al
usuario; solo a los desarrolladores. Tras
analizar los permisos de
uso de las 1.300 aplicaciones más importantes del «mercado» de
Google, los investigadores valoraron que las «apps» «no informan de manera
adecuada sobre el uso que harán con la información que almacenan».
Claro que no todas son iguales,
existiendo permisos tan variados como el acceso a tu localización exacta, a que puedan enviar mensajes y realizar
llamadas sin la mediación del usuario o
incluso cambiar las contraseñas.
Un ejemplo clásico de cómo las
aplicaciones de Android exigen autorizaciones
muchas veces incomprensibles es la «Linterna». Esta «app» necesita, si alguien
la quiere instalar, acceder al «Historial
de aplicaciones y dispositivo» (ver información sobre la actividad, las
aplicaciones que se están ejecutando, el historial de navegación y los
marcadores) a las «Fotos/archivos multimedia/archivos»,
a la «Cámara/micrófono», a la «Información sobre la conexión Wi-Fi» (ver si
está habilitada la conexión Wi-Fi y los nombres de los dispositivos
conectados)» y al «ID de dispositivo y
datos de llamada». Y todo para un aplicación sencilla como es la
linterna.
En el estudio categorizaron las
aplicaciones según qué tipo de datos pueden recopilar: aquellas que acceden a
información que no sea personal, las que acceden a información del usuario pero
no son datos que le hagan identificable y aquellas que pueden ver la información privada que identifica al
propietario (la gran mayoría). La conclusión para el Pew Research Center, que ha analizado los datos
de la Universidad de Georgetown, es clara: las aplicaciones recopilan demasiada
información de los usuarios a partir de una variedad de permisos demasiado
amplia.
En Europa y Estados Unidos ya se
han puesto manos a la obra para proteger
la intimidad de los usuarios, si es que se pudiera ver
comprometida. En España, la Agencia Española de Protección de
Datos (AEPD) está «examinando las condiciones de privacidad que
existen en torno a las aplicaciones móviles más populares». Se trata de un
estudio cuyas conclusiones se conocerán en Otoño y en el que están trabajando
conjuntamente con autoridades
italianas, inglesas, francesas y alemanas.
Pero aquellos que no quieran
esperar pueden utilizar sus propios recursos para proteger su privacidad. Hay
aplicaciones que permiten cercenar los permisos de uso de otras aplicaciones. Un
ejemplo es App Ops,
que puede controlar de forma individualizada los permisos
que usan las aplicaciones instaladas en Android.
De lo que no cabe ninguna duda es
que la protección de la información personal se ha convertido en una
preocupación de los usuarios, cada vez más concienciados de los perjuicios a
los que se verían expuestos si alguien malintencionado accediera a
sus datos.