Educar para la igualdad desde los primeros años es una labor (y una
obligación) de todos, el acabar con esos estereotipos que por razones de género limitan
a nuestros niños y niñas a sentirse seguros de sí mismos y poder desarrollar su
potencial como personas.
Este trabajo es fundamental durante sus primeros años de vida en los que
van a alimentar su desarrollo tanto cognitivo como socio-emocional, construyendo
su identidad a través de los modelos que observan en los adultos. Y es también cuando
aprenden, cuáles son los comportamientos y habilidades que se esperan de ellos en
función de su género.
Los patrones de género se transmiten de generación en generación y es en casa donde los niños van a tener su primer
contacto con la equidad y los roles de género, fundamentalmente a través del
reparto de responsabilidades y los juegos. No debemos olvidar nunca que construir
sociedades igualitarias donde las niñas no crezcan en desventaja y tengan las
mismas oportunidades que los niños, empieza por casa, por tanto no más machitos
y princesas.
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